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La puesta a prueba de un nuevo amor (*)

Daniela Ward.

Pablo Picasso – Los tres músicos -(1921)

Párrafo seleccionado:

Sería  reiterativo retomar ese objeto paradójico, único, especificado, que llamamos objeto a. Pero se los presento de modo más sincopado al subrayar que el analizado, en suma, le dice a su interlocutor, el analista: te amo, pero porque inexplicablemente amo en ti algo más que tú, el objeto a minúscula, te mutilo (…) Me entrego a ti, dice también el paciente, pero ese don de mi persona –como se dice-, Oh misterio! Se trueca  inexplicablemente  en regalo de una mierda –término este, esencial también a nuestra experiencia”.  

​“Más allá de la función del a la curva vuelve a cerrarse, en lo que al final del análisis se refiere, donde nunca se dice. O sea que, después de la ubicación del sujeto respecto del a, la experiencia del fantasma fundamental deviene la pulsión ¿Qué deviene entonces quien ha experimentado esa relación opaca con el  origen, con la pulsión? ¿Cómo puede un sujeto que ha atravesado el fantasma radical vivir la pulsión? Esto es el más allá del análisis y nunca ha sido abordado”. 

(…) “El amor, que en la opinión de algunos hemos querido degradar, sólo puede postularse en ese más allá donde, para empezar, renuncia a su objeto”. 

El deseo del análisis no es un deseo puro. Es el deseo de obtener la  diferencia absoluta; la que interviene  cuando el sujeto, confrontado al significante primordial, accede por primera vez a la posición de sujeción a él. Sólo allí puede surgir la significación de un amor sin límites, por estar fuera de los límites de la ley, único lugar donde puede vivir”.

J. Lacan. Seminario 11 – Los cuatro conceptos fundamentales. Cap. “Queda por concluir: En ti más que tu”. Clase del 24 de junio de 1964. Pág. 281, 284.

 

Estamos en el Eje n° 3 del programa y elegí un par de fragmentos del seminario 11, de1964, porque me pareció contener en ciernes mucho de lo que Lacan continúa detallando en su enseñanza y dicen sobre el programa de este seminario de la Red: “hablar de amor, de un amor diferente más allá del objeto, de la ley, podría postularse ese “nuevo amor” que el psicoanálisis  plantea con el amor de transferencia y más allá de ese amor mismo en una experiencia que atañe al analista  y amar su más allá: algo de ese “sin límites” mencionado en la renuncia a su objeto. Incluso en la página 275 de este mismo seminario Lacan,  interesado en el final de la experiencia,  critica y cuestiona de qué se habla cuando se dice “liquidación de la transferencia”. Sabemos que se trata más bien de una transformación.

Además me tomé la licencia de citar a Lacan en Hablo a las paredes, para introducir la pregunta acerca de cómo un analizante puede volverse psicoanalista. “Algo impensable”, dice Lacan y sin embargo una vez allí, “algo  se despierta”. Es en este “despertar de cada uno y en Red” que nos situamos en el psicoanálisis, con asociaciones, institutos, bibliotecas y publicaciones. 

Fue guía de la clase pasada el texto de E. Acuña: “Amar su más allá: una lectura de La ciencia y la verdad” y otro texto anterior, que está en Anamorfosis n°1de 1994, y se llama “Transferencia y ciencia”, para comenzar con el interés de Lacan  por definir el objeto en el planteo de un diálogo posible entre conceptos psicoanalíticos y otros discursos, en este caso los enunciados científicos,  hace un desplazamiento hacia una ciencia que pueda incluir  “al objeto del psicoanálisis y a la especificidad de su campo”. Habría cierta consonancia del lado de la igualdad en este diálogo en el pensar que la transmisión de la experiencia haciendo participar el saber referencial y doctrinario –como una cierta vocación científica-, pero no podemos dejar de lado el punto de partida –esto EA lo refiere muy bien- que es el “saber del inconsciente como texto leído bajo transferencia” (1), y a la transferencia como concepto que abre a “nuevas significaciones” ya desde  la “neurosis de transferencia” freudiana hablamos de las nueva significación de los síntomas (trascendiendo a la repetición) que “conduce a la elaboración de saber” (2). Hay que agregar (citando a Enrique) que el psicoanálisis lo hace operando en la frontera con lo real (al igual que la ciencia) y “fundando su praxis al tomar lo imposible de decir  por lo simbólico del significante” (3) donde al final del recorrido se recorta  este objeto singular que abre a una disyunción estructural que expone lo que no se reabsorbe completamente en oposición a la doxa científica de un saber acumulado (disyunción entre saber y verdad que  fue retomada posteriormente). Vimos como Lacan va circunscribiendo una igualdad en transmisión y a la vez una relación de oposición respecto de las operaciones sobre el sujeto  y la producción de objetos diferentes. Sin dejar de contar que estuvo atento ya a esa altura de la enseñanza (1966) de los efectos de la ciencia definida más del lado de la técnica con las mutaciones de las posiciones subjetivas  y el surgimiento de nuevas formas de goce de las que después se encargará de detallar.

Volviendo al objeto y su especificidad: Tanto en “La ciencia y la verdad” (1966), como en la “Proposición del 9 de octubre de 1967” -donde presenta el algoritmo de la transferencia-,  Lacan vuelve al “ocho interior” (del Seminario 11), como la figura que habla del sujeto en relación de exclusión interna  con el objeto. Esta figura topológica hace del objeto a  una interioridad que no es en el sentido de  lo íntimo para plantear que existiría un sujeto de la ciencia igual al del psicoanálisis. Dice “el sujeto del psicoanálisis es correlato del sujeto de la ciencia” y a esto lo presenta como una aparente paradoja. Porque con sus explicaciones llegamos a ese punto donde el científico “rechaza saber la verdad que causa su praxis” (4).   Es parte de la operación científica misma que el deseo del científico quede por fuera y que no se pregunte por él. Entonces habla de verwerfung, de la forclusión como en la psicosis, expresando que hay un segundo tiempo que es el de retorno, “donde  hace emerger la falla”. Por ello hablamos  que  el sujeto es el rechazado de la ciencia, lo rechazado que retorna e introduce la falla, esa que la ciencia en su operación misma sutura. Cuando falla es más el costado de la crisis de la ciencia, algo azaroso que supere el cálculo y hace aparecer algo aleatorio que actúa como imposible de ser aprehendido por las leyes matemáticas: allí está el sujeto de la ciencia 

Finalmente en lo que sigue del escrito es desde el objeto y su definición que se instalarán dos campos diferentes a partir de pensar un objeto para el psicoanálisis en el orden de una causa nombrada como “causa material”, aludiendo a la materialidad del significante y que es en sí misma “causa vacía” que va a definir un sujeto dividido sin sutura posible que es como lo presenta la ciencia. De esta causa nombrada, Lacan define la  causa analítica y da al analista  la tarea de resistir con ella –con esta causa vacía-, a las tentaciones  del dominio de la magia, la seducción por las jerarquías  de la religión o la sutura del sujeto de parte de la ciencia.

Por su parte en la lectura de “La ciencia y la verdad” que realiza Acuña en su texto “Amar su más allá”, retoma a Lévi-Strauss para ejemplificar con ese otro de la ciencia del momento esta situación  distintiva entre una pragmática y otra desarticula la posibilidad de pensar un sujeto al contar al observador identificado al objeto a observar, produciendo esa identidad  que es el ego como signo unívoco. Rechaza al sujeto de la invención y prefiere su combinatoria pura en el afán científico de fabricar más significado en su técnica en contra de la creencia que el síntoma significa un amor más allá del ego. Sabemos que Lacan en su posición crítica  opone  al mitema  de L-S, el mitante: un sujeto móvil, mutante,  dividido y  transformado por las permutaciones. Donde toma importancia la “función cero”  que es correlativa a la definición de “maná” de Mauss como apertura posible  a desarmar esa operación para dar lugar a la barra y lo que ella define  que es la separación entre saber y verdad, la impotencia del saber con la verdad. Pueden consultar el gráfico  donde la barra cobra la importancia de alojar bajo la misma  el objeto a, como objeto causa de deseo, a construir y no previo a la experiencia, un nombre en suspenso. Se trata de la creencia  en el inconsciente, en el síntoma, ya no enuna clase levistraussiana, saliendo de las clasificaciones típicas y entrando en una manera de nombrar que está interactuando con un objeto donde hay un nombre en suspenso, una falta, un vacío que no se llena y que determinará “amar el inconsciente desde su falla”. El vacío es condición de “lo nuevo” y es el pivote de la experiencia analítica 

​Este planteo se retoma en 1967, en el algoritmo de la Proposición –en el marco de  su propuesta crítica respecto de la organización institucional y qué institución conviene al psicoanálisis-, subrayando esta exclusión interna de un objeto  como referente vacío: localiza el Significante de la transferencia  y por debajo de la barra un saber latente, un saber por venir. El Sujeto supuesto Saber subraya el supuesto saber como creencia en el desciframiento del síntoma, en que tiene un sentido, en que quiere decir algo. Es decir, entramos a un análisis por el lado de un significante de la transferencia, uno cualquiera pero dicho por alguien, que llama a otro significante, eso provoca una significación. Ese encadenamiento significante producirá un resto que es el referente. El objeto (a) no es lo real, sino aquello que hace de referente con respecto a lo real, que sigue la modalidad lógica de lo que No-hay.

En Radiofonía Lacan expresa: “No articulé la topología que delimita la frontera entre saber y verdad sino para mostrar que esta frontera  está en todos lados y no fija dominio más que cuando uno se pone a amar su más allá” . En “Transferencia y ciencia” (1993)se introduce la tensión que Lacan opone con esta frase a lo considerado por Wittgenstein. Aquella que dice: “Mi único propósito es arremeter contra los límites del lenguaje. Este arremeter contra las paredes de nuestra jaula es perfecta y absolutamente desesperanzado” (Conferencia sobre la ética. O sea que frente a la “enfermedad del significado”, cito a E. Acuña, para Lacan “hay una creencia en que el lenguaje podría ser una invención y no las paredes de una jaula”. Entonces, en esta operación reside el sujeto del psicoanálisis como aquel que retorna luego de ser expulsado por la ciencia en términos de “ser reducido” a un consumidor que se consume en su esencia  cuando se “le vende” que “nada es imposible”. Aunque sabemos que esta atmósfera  que tiende a la homogeneización del sujeto no impide “modos de   retorno”, diferentes modos. Lacan llega a hablar incluso  de racismo y segregación también en la Proposición del 9 de octubre”. 

Para finalizar: Una pregunta se actualiza: qué ciencia conviene a la transmisión de la lógica de la transferencia? En psicoanálisis hablamos de “desencuentro” más que de sutura  por postular a partir de la experiencia lo imposible de la alianza entre saber y verdad. En la eventualidad podría causarse un deseo inédito que conduzca de analizante a analista.  Como analistas tenemos que garantizar –aunque no suene bien hablar de garantías en psicoanálisis donde el A no existe-, la existencia de ese vacío de significación abierto a la contingencia y esto hace a la enseñanza del pasaje por la experiencia analítica que contempla un real donde toma su lugar la invención como nueva disposición de la combinatoria significante, “sin agregar elementos de más”(5)Obtiene un “saber conducirse con las coordenadas que determinan al sujeto, por efecto de determinar lo real”, donde se juega la transferencia “al“ psicoanálisis.

En “Hablo a las paredes” (1971/72) Lacan se pregunta por de qué rechazo se trata en la ciencia? Y responde: de la castración. Y sigue: “Todo orden, todo discurso, que se emparente con el capitalismo deja de lado, amigos míos, lo que llamaremos simplemente las cosas del amor. Ya ven, no es poca cosa” (6)

​En el comentario  final y luego de intercambios respeto del tema que colaboró a lo presentado, Mara Vacchetta localizó de manera rigurosa el amor para el psicoanálisis en la enseñanza de J. Lacan a partir del capítulo 4 del Seminario 20, Aún. La transferenciacomo nuestra referencia a “un nuevo amor” pasando por referencias filosóficas, a El Banquete de Platón, detallando ese nuevo amor como el amor de transferencia mismo que el psicoanálisis inventó, para señalar que en el campo del goce no hay simetría ni reciprocidad. No hay relación sexual que pueda escribirse. Dos no será nunca el resultado de uno + uno. El amor hace un puente entre uno y el Otro en su encuentro con lo real. La frase: “Un amor más digno, un amor menos tonto, un amor abierto a la contingencia, un amor más real. Un amor advertido en tanto conlleva el saber de la no- relación sexual”, señalará el cambio en la enseñanza que inaugura una praxis singular respecto de otros discursos. 

Notas:

(1) Acuña, Enrique: Transferencia y ciencia. Anamorfosis 1, Pág. 39

(2) Ídem, Pág. 35

(3) Ídem

(4) Ídem, Pág. 36

(5) Ídem, Pág. 38.

(6) Lacan, J.: Hablo a las paredes, Pág. 38

Bibliografía consultada

      Enrique Acuña: “Amar su más allá –una lectura de la ciencia y la verdad-“

– Jacques Lacan: “Proposición del 9 de octubre de 1967”

– Jacques Lacan: La ciencia  y la verdad

– Jacques Lacan: Radiofonía

– Jacques Lacan: Hablo a las paredes

(*)6ta.clase (19 de noviembre 2022) Docente: Daniela Ward -Instituto Pragma – A.P.L.P.Comentarios: Mara Vachetta Boggino– A.PP Arandu

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