Inés García Urcola .

Este título en mi intención representa el organismo en el que debe cumplirse un trabajo que, en el campo que Freud abrió, restauré el filo cortante de su verdad; que vuelva a llevar la praxis original que él instituyó con el nombre de psicoanálisis al deber que le corresponde en nuestro mundo; que, mediante una crítica asidua denuncie en él las desviaciones y las concesiones que amortizan su progreso al degradar su empleo. A quienes puedan interrogarse sobre lo que nos guía, les revelaremos su razón. La enseñanza del psicoanálisis solo puede transmitirse de un sujeto a otro por las vías de una transferencia de trabajo.
“Acto de fundación”, en Otros escritos (1964)
La última clase del seminario anual de la Red AAPP “La transferencia: un hecho nuevo” retomó la noción de trabajo de transferencia, desarrollada en clases anteriores (1) por diferentes sesgos, para ponerla en relación con la noción de transferencia de trabajo pronunciada por Lacan en el “Acto de fundación”.
Sobre el trabajo de transferencia podríamos señalar que tiene como condición la entrada en el dispositivo analítico, a partir de lo cual, como señala Freud, se produce la neurosis de transferencia, una enfermedad “artificial”. Señalo el carácter de artificial, o de artificio (procedimiento o medio ingenioso para conseguir, encubrir o simular algo), un artificio que por la vía del amor, o el amor como artificio mismo, apunta a velar el horror al saber sobre la no relación sexual, o en términos freudianos a velar la castración.
J.-A. Miller (2) habla de la transferencia como un asunto de amor y de saber. Se trata de una relación con el saber sobre la relación sexual, sobre qué es ser un hombre o una mujer. Es una relación en la que se supone que el saber está en algún lado, escondido. Se cree que ese saber está en alguna parte, y eso es lo que genera el amor.
Cuando ese amor artificio es dirigido al analista, si allí opera el deseo del analista, será posible que aquel que se dirige al analista como objeto amable, lugar del eromenós, pase a ocupar el lugar del amante, el erastés, el que busca el agalma en el campo del Otro. Instalación del sujeto supuesto saber.
Allí es que se dará lugar al trabajo de transferencia. Verónica Ortiz (3) tomaba en el seminario “La angustia”, en el que Lacan introduce el objeto a como causa, el pasaje en el que Lacan articula ese agalma al objeto a. Dice: “(…) el desconocimiento del a deja abierta una puerta. Lo sabemos desde siempre, ni siquiera hay necesidad del análisis para mostrárnoslo porque creo habérselo podido indicar en un diálogo de Platon, El Banquete. La única vía en la que el deseo puede librarnos aquello en lo que deberemos reconocernos como objeto a (…) solo se abre situando a, en cuanto tal, en el campo del Otro.” “Lo que hace de un psicoanálisis una aventura es la búsqueda del agalma en el campo del Otro. Les he interrogado varias veces acerca de lo que conviene que sea el deseo del analista para que el trabajo sea posible allí donde tratamos de llevar las cosas más allá del límite de la angustia.” (4)
Allí tenemos la ubicación del agalma en el campo del Otro, único modo en que el trabajo de transferencia se hace posible.
Otra referencia que me pareció importante para pensar el trabajo de transferencia es tomar el lugar del trabajo en los cuatro discursos. Me parece importante para, si hablamos de trabajo, diferenciar lo que Lacan ubica como trabajo del inconsciente, que es diferente a lo que llamamos trabajo de transferencia. En el discurso del amo o del inconsciente, el agente es el S1, significante amo; en el lugar del trabajo está el saber (S2), el trabajo del inconsciente que produce saber y da sentido al S1 insensato. Pero ese no es el trabajo de transferencia, es el trabajo del inconsciente, que ante ciertos encuentros perturbadores, con ciertos significantes, se pone a trabajar, generando las formaciones del inconsciente, sueños, lapsus, síntomas, actos fallidos. Allí se trata del inconsciente como saber, interpretable, un inconsciente que trabaja obedeciendo al principio del placer y que produce un goce. Pero queda como producto una parte no reabsorbida del goce en el saber.
El trabajo de transferencia se instala a partir del discurso del analista, que es lo inverso del discurso del amo o del inconsciente. Allí, en el lugar del trabajo está el sujeto tachado, el sujeto del inconsciente que no es lo mismo que el inconsciente como saber. El analista pone a trabajar al sujeto, lo invita a la asociación libre y de ese modo a producir esos significantes amo que lo perturban, que lo marcaron, huella del trauma.
Miller (5) propone renombrar los cuatro lugares de los discursos, manteniendo los nombres del trabajo y del producto (arriba y abajo a la derecha), y cambiando los otros dos; en el lugar del agente coloca la ignorancia, y en el lugar de la verdad la pereza. Entonces en el discurso del amo, en el lugar del agente tenemos la ignorancia del S1, el amo no quiere saber, el saber lo tiene el esclavo que trabaja, S2. Y el sujeto queda en el lugar de la pereza, de la pasividad en la que sufre sus formaciones del inconsciente, sus síntomas, pasivamente.
En el discurso del analista, el analista como objeto aestá en el lugar de la ignorancia. Alejandro Sosa Días, en la clase que dio en este seminario, mencionaba las referencias de Lacan a la docta ignorancia en Montaigne y en el Menón de Socrates, como el arte de conferir, de enseñar al esclavo a dar su verdadero sentido a sus palabras. El analista no sabe, pero en lugar de poner a trabajar al saber pone a trabajar al sujeto, a producir esos S1, pequeños detalles, marcas de cada uno que pueden por ejemplo hacer saber a alguien acerca de ciertas elecciones en su vida.
Hasta aquí se retomaron algunos planteos de clases anteriores para hablar del trabajo de transferencia. A continuación partimos del párrafo que elegimos en el escrito “Acto de Fundación” de Lacan, y nos valimos de los desarrollos de Jacques-Alain Miller en El Banquete de los analistas para abordar la noción de transferencia de trabajo.
En principio es importante contextualizar el momento en que Lacan pronuncia su tesis sobre la transferencia de trabajo. Como se lee en el párrafo escogido, fue pronunciada en el “Acto de fundación”de la Escuela Freudiana de París en 1964, momento marcado por lo que Lacan llamó la excomunión, a partir de la cual crea su Escuela a la vez que hace una crítica de la institución analítica IPA.
“Este título en mi intención representa el organismo en el que debe cumplirse un trabajo que, en el campo que Freud abrió, restaure el filo cortante de su verdad; que vuelva a llevar la praxis original que él instituyó con el nombre de psicoanálisis al deber que le corresponde en nuestro mundo; que, mediante una crítica asidua denuncie en él las desviaciones y las concesiones que amortizan su progreso al degradar su empleo.”
Subrayo el organismo, Escuela que funda Lacan,como aquel cuya función es la de cumplir un trabajo.
“A quienes puedan interrogarse sobre lo que nos guía, les revelaremos su razón.
La enseñanza del psicoanálisis solo puede transmitirse de un sujeto a otro por las vías de una transferencia de trabajo.”
Es decir que lo que lo guía en la fundación tiene una razón, que es la de que su institución transmita la enseñanza del psicoanálisis por la vía de una transferencia de trabajo. No es poca cosa entonces esta noción de transferencia de trabajo en tanto es una tesis que Lacan ubica como razón del acto de fundación. Están en juego enseñanza y transmisión.
Con respecto a la enseñanza del psicoanálisis se trata de lo que el psicoanálisis enseña a cada analizante en la experiencia analítica; un recorrido que, como planteaba Enrique Acuña (6), va del hacer saber (inconsciente interpretable, sujeto supuesto saber, trabajo de transferencia) a un saber hacer (Inconsciente real, caída del sujeto supuesto saber, producción de S1, y posibilidad de invención). La cuestión es cómo se transmite eso que el psicoanálisis enseña.
Detengámonos un poco más en la cuestión de la enseñanza.
Hay una tensión que se plantea en la enseñanza entre lo que la experiencia analítica enseña uno por uno y el problema de la enseñanza para todos (171). Miller plantea el para todos como un postulado de la ciencia, en la que los resultados de las investigaciones deben poder ser enseñados a todos. Por otro lado se puede plantear otra vía, que no es la de la ciencia para todos sino que hace hincapié en la experiencia como iniciación, la experiencia iniciática, que está del lado de una transmisión subjetiva, para algunos, pero que corre el peligro de dejar a la experiencia confinada en un misterio.
¿Cómo pasar del uno por uno al todos? Aquí Miller ubica la tesis de la transferencia de trabajo, sosteniendo que lo que se transmite es el trabajo mismo, un estilo de trabajo.
Aquí hay que diferenciar lo que decíamos del analista en su función clínica, que no trabaja, del analista en su función de enseñante, que como el analizante, es el que trabaja. Eso es lo que se transfiere en la transferencia de trabajo.
Como decía Enrique Acuña (6), se puede dar la prueba por el pase y por la enseñanza, transmitir una enseñanza que tiene que ver con un saber hacer y con un trabajo. ¿De qué trabajo se trata? Miller dirá que se trata de valerse de S(A/) para un trabajo, es una transferencia que se dirige al no saber. Es lo que Masotta transmitía cuando decía “cuando enseño me enseño a mí mismo”. El analista en su función de enseñante está en posición de sujeto dividido.
No se trata de amor al saber, como en el trabajo de transferencia, sino de deseo de saber; en este punto se puede pensar en un nuevo amor, no aquel cuya relación al saber lo supone en el Otro; el saber aquí no es una suposición sino un saber demostración, hay un pasaje del saber supuesto al saber expuesto, que es un saber a inventar. Ahí también está en juego la cuestión de evaluar a posteriori la enseñanza, por sus efectos. ¿Pone a trabajar a otros? ¿Hace cosquillas a otros? ¿Produce trabajos, publicaciones, conversaciones?
Eric Laurent toma la cuestión de la enseñanza y la transmisión en psicoanálisis en “¿Cómo se enseña la clínica?”(7). Este texto permite repensar ese trabajo de la enseñanza que se dirige al no saber. Plantea que nuestra función es interpretar los síntomas sociales de demanda que se dirigen al saber. Es decir, inventar o reinventar diversas nociones que respondan a las preguntas en juego en una época y lugar. Es lo que señalábamos del contexto en que por ejemplo fue creada la noción de transferencia de trabajo, donde estaba en juego cómo enseñar lo que enseña el psicoanálisis en una época y lugar, Lacan, la IPA, la excomunión. Lacan dice en el “Acto de fundación” que los analistas están fuera de estado para juzgar los males en los que están inmersos, responden con un enquistamiento del pensamiento. Es lo que también señalaba en “Situación del psicoanális en 1956” cuando se refería a las suficiencias y los zapatitos, aquellos que no hablan, que no ponen en juego el saber como algo vivo. Allí Lacan se refiere a la relación con los textos de Freud, una relación al padre muerto. Laurent lo plantea al decir que en la burocracia lo que se transmite es una jerga, un vocabulario cerrado, donde lo que se transmite no necesita ser entendido, puede ser repetido sin ser entendido. Ubica otro modo de transmisión, en la que “la verdadera enseñanza se dirige a lo no sabido”. Se trata de mantener el deseo despierto, comentar lo que no está muerto, lo que no se sabe, inventar formas.
Ante una pregunta del público acerca de si la investigación en psicoanálisis es pensada en relación a la escuela (cartel) o instituto (ateneos del ICBA), Laurent responde que el lugar es secundario, lo que hay que evaluar son los efectos. ¿Cómo se evalúan los efectos de la enseñanza? Se pide que se hagan trabajos, grupales e individuales, se escucha a los participantes, se los hace hablar sobre lo que hacen dentro del instituto.
¿Qué se transfiere? Un estilo de trabajo que nosotros ubicamos en algunos nombres, aquellos que nos causaron, que nos hicieron cosquillas: Sigmund Freud, Jacques Lacan, Oscar Masotta, Jacques-Alain Miller, Germán García, Enrique Acuña.
Gracias
(*)Extracto de la clase dictada por Inés García Urcola, con comentarios de Christian Gómez en el marco del Seminario Anual de la Red de Asociaciones Analíticas y Publicaciones Periódicas (AAPP) “La transferencia: un hecho nuevo”, el 10 de diciembre de 2022.
(1) Dossier: “La transferencia un hecho nuevo”, en Revista Analytica del Sur. Psicoanálisis y Crítica Nº12. En https://analyticadelsur.com.ar/
(2) Miller, Jacques-Alain: El banquete de los analistas, Editorial Paidós, 2000.
(3) https://analyticadelsur.com.ar/lo-inedito-transferencial/
(4) Lacan, Jacques: El Seminario, Libro 10, La angustia, Editorial Paidós, Buenos Aires, 2006, pág. 365.
(5) Miller, Jacques-Alain: El banquete de los analistas, Editorial Paidós, 2000, pág 92.
(6) En el Seminario Anual de la Red AAPP “Lacan: del inconsciente al ser diciente”, dictado durante el año 2020.
(7) Laurent, Eric: ¿Cómo se enseña la clínica?, Cuadernos del Instituto Clínico de Buenos Aires, Buenos Aires, 2007.
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