Clase del 3 de Junio 2023.

Daniela Ward

Seminario de la Red AAPP ¿Declinaciones de lo familiar? – El psicoanálisis y los cuerpos hablantes-

Fernando Botero, Pareja bailando, 1987

La pasada clase del seminario estuvo a mi cargo y contó con el comentario de Leonardo Vera. 

Continuando con el programa propuesto para este año, el punto que se desarrolló fue del Eje n° 1: “La ley moral y el imperativo de goce”. Como es habitual la clase se referenció en párrafos, en este caso extraídos de El malestar en la cultura de S. Freud y del Seminario 7, La ética del psicoanálisis de J. Lacan. Los párrafos extraídos de los capítulos VI y VIII de El malestar en la cultura remarcan el lugar preponderante que Freud le dio al superyó en su investigación de un malestar predominante. Así como pensó el concepto de ética portando  esperanzas en la realización eficaz de lo que la labor cultural no había logrado. Sabemos además que concluye en un trabajo conjunto entre ética y civilización en un movimiento donde participan el superyó, la renuncia a gozar y la pulsión de muerte y con extrema cautela Freud vislumbra al psicoanálisis como lo que puede hacer algo con ese malestar. A nivel de la práctica habla de “atenuar las pretensiones” del superyó porque  él mismo pensó como horizonte de un análisis del lado de cierta conciliación amorosa con este superyó cruel.

Por su parte, lo que para Freud es pulsión para Lacan es goce: goce y pulsión hacen a la vida misma. No se la puede pensar sin ellos.  Podemos puntuar que no hay goce sin lenguaje –lo real como tal se concibe para los seres hablantes-, y asimismo ese goce no es tan dócil al lenguaje –son opuestos que conviven-.

Tal como el argumento de este seminario lo expresa: cuando se trata de “hacer entrar las cosas  en el bien común, esperamos el retorno de lo reprimido”. Ese retorno no es otra cosa que el malestar que insiste en hacer presente la inadecuación sujeto-objeto, podemos decir, el nombre de lo inatrapable por el lado del universal del “para todos”. Entonces, me interesa remarcar la importancia del “resguardo” de los imposibles –al decir de O. Masotta (1), como condición de existencia del discurso analítico –así como en el Seminario Anual del Instituto Pragma en La Plata: “El decir del analista: interpretación, acto y resonancia”, hablábamos del resguardo del vacío de la referencia  del lado de ese objeto a de J. Lacan porque “proteger y resguardar la imposibilidad” (2) me parece clave en el discurso analítico. Recordamos además que losimposibles fueron subrayados por Freud y Lacan. El primeroen “lo imposible en las tareas de gobernar, educar y psicoanalizar” y para Lacan con “la imposibilidad de la relación sexual”, señalando ambos lo que no va a resolverse nunca porque es constitutivo de los seres sexuados, hablantes y mortales. En consecuencia hay que aprender a vivir con esa “falla constitutiva” que hace la diferencia con una época actual con distintas y variadas propuestas de abordajes terapéuticos que piensa en una “falla coyuntural”, es decir, posible de ser taponada con los objetos a producir  aptos  para eso. Coloquen allí cualquier propuesta.

El tema propuesto por el seminario de la Red, da lugar a muchas interrogaciones. Por ejemplo: cómo podemos pensar con Freud  esa línea de tensión que enhebra Ideal de yo y superyó que encierra la pacificación del malestar? La ley moral civilizada tal como Freud la nombra procuraba una cierta brújula a lo que hoy se percibe a partir de su quiebre “como yendo hacia la inmoralidad” -para usar palabras consonantes con ideas que hemos escuchado los que tenemos más años-. Y la clave está en que esa moral civilizada inhibía. La familia  como organización social que supera lo natural, desempeñaba esa función de orden y orientación que tanto se  proclama, por ejemplo del lado de la religión. Sin irnos a los extremos como podría ser el Islam y su abnegada conservación de las tradiciones como escape a la “modernidad”,  más cercano a nosotros la Sagrada familia de Nazareth como significante Amo dentro del catolicismo,intenta rescatarnos y volvernos a la identificación con papá y mamá que pacifique lo irrefrenable de esta disipación del matrimonio, de las transformaciones de la familia, de los efectos sobre los cuerpos que empezaron a ser comentados en este seminario. Con Freud seguimos la idea de que la vida en sociedad, impone la renuncia al goce pulsional y tambiénpensamos lo pulsional como  inevitable: la pulsión siempre se satisface y en esta satisfacción  entra a jugar un papel importante el superyó en su doble cara: prohibiendo y exigiendo porque la pulsión “se disfraza del ley” (3) para exigir de manera escondida y paradójica, su satisfacción. Como ya se dijo hay una lectura del malestar en Freud desde la familia y también lo podemos seguir en Freud en las teorizaciones que van de “Psicología de las masas y análisis del yo” -donde el ideal del yo prometía cierta pacificación y ordenamiento de lo imaginario a partir de lo simbólico-,  a “El malestar en la cultura”-donde la imposición del universal  deja siempre un resto pulsional que impide soñar con la felicidad lograda y donde la mutación de la “renuncia al goce pulsional” varía al “goce en la renuncia”-. Entonces lo social mismo queda como “marca de goce”, señalando el fracaso del amor fundado en la identificación simbólica para resolver el problema del goce. 

Así resulta que el eclipse  del ideal, el eclipse de la suposición, describen un estado de situación de modernidad que viene a velar que la oferta del mercado para llenar la insatisfacción no logra  la felicidad.  Subrayé la insistencia y existencia de lo real, donde  “eso falla”, y es justamente lo que garantiza el psicoanálisis como discurso y su práctica concreta, porque no existe aún esa palabra final que venga a dar la totalidad, la completud, la complementariedad. No hay ese rapport sexual como explica Lacan, ubicando al psicoanálisis como una práctica del desciframiento, la interpretación y finalmente,  la lectura de esa letra a descifrar.

Hemos trabajado durante todo un año con E. Acuña en uno de  sus cursos anuales que esto se debe al ascenso del objeto a al cenit de lo social. Allí donde para Freud  estaba el Ideal estableciendo el orden y pacificando en la actualidad se trata de la anticipación lacaniana de “la falla de la  producción” del objeto a. Es la frase: “Bastaría  el ascenso al cenit  social del objeto llamado por mí a minúscula, por el efecto de angustia que provoca el vaciamiento a partir del cual nuestro discurso lo produce, al fallar su producción”, o sea la no producción de ese objeto paradójico -invención lacananiana que compone la falta de representación, causa vacía, etc.- y su sustitución por el objeto pret-a-porter (para todo uso) provoca tal ascenso al cielo de lo social de un objeto que promete, crea, la ilusión de complementariedad al sujeto.

Esta alianza solidaria entre capitalismo, ciencia y mercado tiene efectos que se ramifican y si seguimos el camino de transformación dado por el pasaje del modelo disciplinario del orden y la disciplina “tramada en la lógica Estado-Nación y el modelo de trabajo “fordista” a una sociedad de redes y rizomas que deslocalizan el  modelo de estado-nación disolviendo y transformando los  vínculos sociales y familiares propios de la era industrial del que A. Sosa Días ha hablado en su curso del 2022 (4). Todo esto promueve  un modo de relación y acceso al goce que  deja de estar mediatizado por  lo que es su homónimo, por decirlo así, que es el modelo del Edipo, instalando esta figura del superyó posmoderno que ordena gozar sin fin y sin límite: de sí mismo, de su imagen, del deporte, del trabajo, etc. Por eso decía que lo social mismo comienza a portar la marca de goce –aquel que estaba prohibido, hoy se exhibe como marca. Es el espectáculo que se da a ver.

Para finalizar, el capitalismo como un sin límite avanza como se dice “a escala planetaria”, organizando cierta adecuación de la relación sujeto-objeto pero que vía su “atajo” el sujeto se informa pero no sabe: su relación al saber queda cortocircuitada evitando cualquier efecto de verdad que le daría el encuentro con el significante -y su consecuente castración para decirlo freudianamente-, conservando la impotencia del sujeto respecto del saber y el discurso analítico tiene allí un lugar que podemos pensar como el señalamiento de la contingencia, de eso que no está  escrito de antemano, potenciando un encuentro donde la técnica no sea lo que gobierne.

Se me ocurre pensar  en la importancia que en el seminario anual del Instituto Pragma le estamos dando a la “función poética” con referencias a Freud y Lacan más sus propias referencias: con Lacan, a los lingüistas De Saussure, a Jacobson y otros, donde en una “vuelta a Freud” parafraseando aquella vuelta política de Lacan-, y los mecanismos que contempla en los sueños, lapsus, witz y el síntoma: condensación/desplazamiento y metáfora/metonimia,  se abre la experiencia inédita con la palabra, con  el lenguaje, que  compromete una idea de inconsciente y sus resonancias que instalan una particular experiencia que compromete la creación y la invención y si o si en el uno por uno.

Daniela Ward

-(1) Masotta, Oscar: “El objeto metonímico”, publicado en la revista Versus –www.aplp.org.ar

-(2) Alemán, Jorge: El porvenir del inconsciente –filosofía/política/ época del psicoanálisis

– (3) Miller, Jacques- Alain: Una fantasía, Punto Cenit –política, religión y psicoanálisis. A lo largo de esta conferencia Miller instala la idea de haber perdido la brújula, de estar sin brújula.

– (4) Sosa Días, Alejandro: Curso: “La economía mundial hoy. Estructuras transformaciones y dilemas”. UNDEF 2022

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